filofobia
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Enamorarse es de valientes

Cuando nos decidimos a amar nos exponemos a sufrir, sin embargo amar es disfrutar de lo mejor que nos puede ofrecer la vida.

Filofobia: el miedo al amor o a enamorarse

La filofobia es la fobia o el miedo a enamorarse. Los filofóbicos tienden a buscar relaciones complejas, de difícil continuidad o tratan de encontrar los máximos defectos para convencerse que aquella relación no es adecuada.

Me tiro a la piscina, sí , no, nadie sabe como acabará esto, no tienes garantías, ¿ y si no hay agua y me estrello?, uf igual lo mejor es dejarlo todo aquí y así no sufro…

¿pero como, no te gusta? Sí claro, pero tiene cosas raras, todavía no le conozco, no sé si confiar…

Enamorarse requiere valentía, cuando nos decidimos a amar nos exponemos a sufrir. Pero las personas preparadas, apuestan por el amor a pesar de los riesgos colaterales. Hace un tiempo, una amiga me contaba que no encontraba hombres solteros que valieran la pena, que todas sus relaciones se complicaban y acababan mal, al día siguiente, un amigo me contó que apenas habían mujeres solteras que valieran la pena, que todas sus relaciones se complicaban y que también acababan mal. Al final coleccionar relaciones imposibles es un signo de que hay algo dentro de ti que tiene miedo, miedo a crecer, miedo a enamorarse. Cuando estamos preparados encontramos el amor, antes, todo son decepciones.

El proceso de convertirse en pareja

Después del cortejo, de ese vaivén de señales contradictorias donde ahora parece que sí, pero ahora que no, acaba ese desinterés-interés que nos vuelve locos a todos. Ambas partes han jugado al ratón y al gato, hemos ido de duros, de desinteresados, después de misteriosos, de sobrados como si muriéramos de éxito y nos fueran tod@s detrás. En definitiva, hemos hecho ver que el otro era secundario en nuestras vidas , cuando en realidad mirábamos a cada minuto el whats up pendientes de si nos contestaban. Pero después de tanto vacile llega el maravilloso día en que todas las dudas se despejan, los que se gustan se lo reconocen, no se finge más y ahora en las distancias cortas hay que conocerse de verdad.

El inicio de una pareja que se declara como tal, es la parte más dulce del amor, es cuando las cosas empiezan a ir rodadas, se hacen muchos planes juntos, le presentas a tus amigos y a la familia orgulloso de tu elección. Toca conocerse, contarle tus ideas, tus valores, tus proyectos…e interesarse por los del otro. Toca compartir y crear una historia común. Toca ir confeccionando un nosotros, a veces no exento de discusiones, pero que creará una personalidad de pareja con sus virtudes y defectos. Y más adelante, toca proyectar un futuro común con sus objetivos y sueños compartidos.

Una relación sana tiene que tener una buena historia de amor en su inicio, que sea intensa, peliculera, maravillosa. Cuánto más amor hay al principio, más garantía de éxito en el desarrollo de la historia y más resistencia ante las adversidades. Ese cuento de cómo empezamos tiene que contarse juntos, no vale tener dos versiones, tiene que existir una única historia y ha de encantar a las dos partes.Contarse un buen principio es construir los cimientos de la casa que una pareja necesita para que ésta no se desmorone cuando haya que capear temporales.

El síndrome de Peter Pan

Hay quien le tiene tanto miedo al amor que nunca cruza la frontera del cortejo y por lo tanto no se tira jamás a la piscina, no disfruta de la posibilidad de intimar, por el miedo a perder lo que más podría llegar a amar. A veces, porque se ha estrellado antes, o porque carece de referentes positivos, y otras porque todavía no se quiere lo suficiente a sí mismo y cree que el otro tampoco le podrá querer.

Este perfil de personas fue descrito por el psicólogo Dan Kiley como síndrome de Peter Pan. Se trata de una personalidad inmadura, de adultos-niños que se resisten a crecer, por lo que serán incapaces de cuidar, proteger o llevar hacia delante a una relación de pareja. Por ello la mayoría de ellos, sólo tienen relaciones superficiales, sin permanecer durante mucho tiempo en una relación estable, ya que huyen del compromiso.

Después del torbellino del cortejo, cuando las aguas vuelven a su cauce y el otro ya no te persigue, la mayor parte de las personas, celebran que acabe la ambivalencia, pero otro grupo de personas se empiezan a sentir todavía más inseguros. Se sienten abandonados, no entienden de que va el rollo, les descoloca si ya no les llaman veinticinco veces al día, si ya no son siempre la prioridad del otro…y entonces empiezan los celos, la desconfianza o el aburrimiento. Esta monotonía donde ya no hay juego, el que ahora seamos una pareja que se lava los dientes y se arregla delante del otro cuando salimos a cenar, es para algunos sentirse en el abismo. En realidad cuando empieza la vida en pareja hay quien lo interpreta como el final de la historia y salen corriendo porque ya no se sienten confirmados. La mayoría de los Peter Panes no llegan a la fase de la cotidianidad y si alguno logra alcanzarla, empieza a poner trabas hasta que arruina la relación.

Cuando el cortejo se cronifica

Si hicieras una lista de tu historial amoroso igual podrías encontrar un denominador común de todas tus parejas. No es casualidad que sean de fuera, vivan en la otra punta del mundo, estén casadas o superando el duelo de su recién separación, sean personas que no buscan realmente una relación seria, o se encuentran precontemplando la posibilidad de dejar a su pareja mientras te están conociendo a ti. Son aquellos candidatos que tus amigos descartarían de entrada, es decir, que ya no se fijarían en alguien que se encontrara en cualquiera de estas situaciones. Sin embargo, tu tienes un imán, te atrae lo más difícil y complicado porque en el fondo, aunque no lo sepas, son las relaciones más difíciles de encauzar las que más te interesan.

Estas relaciones se quedan a las puertas de convertirse en una relación de verdad. No es casualidad que siempre tus grandes amores fueran relaciones donde avanzar era un esfuerzo titánico. En tu inconsciente, existe una parte de ti que tiene miedo de continuar hacia adelante, tienes miedo de sentirte vulnerable y de no controlar la situación, por ello encuentras a personas que ya de entrada te lo ponen difícil. Y aquí se genera el bucle neurótico: yo no quiero sufrir en el amor, por lo que me acerco de puntillas a la relación, pero el hecho de no entregarme y de encontrarme con alguien igual de asustad@ que yo, hace que al final sufra el doble porque la indecisión se convierte en la pesadilla de la historia. En conclusión evitar sufrir te hace sufrir más.

Cuando tienes catorce, quince años, la relación de pareja, se basa sobretodo en pre-relaciones, todo el cortejo es en sí mismo la relación. Hay muy pocas relaciones quinceañeras de novios estables, la mayoría está peleándose, que si hoy pasa de mí, que si ahora estuvimos un mes bien pero ahora parece que le guste otr@ , y estas tonterías duran muchísimo, en parte porque nadie está demasiado maduro para ir más allá, son relaciones superficiales.

El problema es cuando alguien de 35 o 40 años está atrapado en este tipo de historias y enlaza una tras otra sin entenderlo como un problema. Entonces el cortejo se cronifica se hace eterno y nunca se pasa a la siguiente fase. Una relación adulta- infantil es una receta de cocina basada en: 2 dl de mentiras , 3 ml de malos entendidos, 5 cucharadas de desconfianza, 3 tazas de incomunicación, 1 pizca de pensaba que después de dos semanas sin llamarme ya te habías olvidado de mí, salpimentado con un fin de semana cada mes y medio de pasión desenfrenada y mucha dosis de citas románticas jugando a que somos una pareja ideal.

La relación ambivalente

A estas relaciones se le llaman relaciones ambivalentes, relaciones donde sí quiero pero no quiero, donde siempre hay un pero que genera en los miembros de la pareja,  sintomatología de  dependencia emocional, obsesiones y depresión.

Cuando alguien lleva enganchado a una relación ambivalente mucho tiempo, el poder de decisión queda totalmente anulado, uno se queda atrapado esperando a que el otro se acabe de decidir, pero ese momento no llega nunca, al final el bucle va minando la personalidad y desgastando la relación hasta que al final se acaba de forma trágica. Mi respuesta es siempre que las cosas han de ser claras. Cuando alguien te pide tiempo no te está diciendo que sí , cuando alguien te dice que tiene dudas, que no puede proyectar todavía el futuro contigo, que está cerrando su anterior relación, no está preparado para empezar una relación y por mucho que te guste, has de identificar las alarmas para no iniciar una dinámica disfuncional.

Un paciente sentía que cada vez que entre ellos no habían tropiezos ni inconvenientes, por ejemplo, después de un fin de semana romántico, su pareja, se enfriaba, se distanciaba y volvían las dudas . Si esta situación la multiplicamos por un año, al final el desgaste es enorme. Descifrar la dinámica de la relación, entender qué está pasando, cuando vienen los problemas, y por qué la pareja no puede evolucionar es clave para poderse separar bien. Cuando te atreves a romper el bucle, no tienen que quedar fisuras. Las dudas de si hubieras sido o actuado de otra manera, son el síntoma de la inseguridad que genera este tipo de relaciones. Al final una persona no preparada para una relación adulta no lo está independientemente de cómo seas o como actúes. Lo que has de plantearte es la parte de ti que es disfuncional por sentirte atraído por estos perfiles, y llegado el caso de verte atrapado tener las herramientas adecuadas para lograr liberarte.

El trabajo terapéutico

El trabajo terapéutico es distinto según el lado que se trabaje. Para quien se encuentra en el papel del que espera se le ayudará a tomar conciencia que también está asustado y tiene miedo del amor. Su autoestima está minada de todo lo que ha cedido. Tiene que aprender a poner límites, a decir que no, a enfadarse y a ser egoísta. A exigir lo que necesita en una relación. Y tiene que entender que el otro nunca cambia, ha de aprender a dejar de esperar , dejar de esperar que acabe la tesis, que deje al marido, de soñar con que la empresa funcione, las escusas se han de interpretar como lo que son, escusas.

El trabajo con el Peter Pan se basa en primer lugar en que sean conscientes de su realidad para que dejen de culpar a los demás de su situación. Es un perfil con miedo a intimar porque tampoco se conoce lo suficiente y no saben qué pueden ofrecer ,por lo tanto, hay que fomentar el autoconocimiento y la autoestima. Es básico, ayudarle a asumir las responsabilidades del mundo adulto y enseñarle el idioma de las relaciones adultas: el compromiso, la aceptación, la entrega, la confianza, reconocer y expresar nuestra vulnerabilidad, y aceptar asumir el riesgo de sufrir para poder entregarse a amar plenamente., En definitiva, el trabajo consiste en acompañarlo en su marcha del País de Nunca Jamás camino hacia el País de la Madurez .

Amar es vivir

Hace poco leía que quien teme a la muerte significa que teme también a la vida, esta expresión la podríamos extrapolar al amor, porque amar es disfrutar de lo mejor que nos puede ofrecer la vida. Así que en lugar de preocuparnos por si vamos a sufrir, por si puede que algún día todo acabe, es mucho más inteligente vivir la experiencia, dejarse llevar, entregarse al otro y disfrutarlo al máximo. Ytú ¿te atreves?

Dar amor no agota el amor, por el contrario, lo aumenta.La manera de devolver tanto amor, es abrir el corazón y dejarse amar. «Ya entendí» – dijo la rosa. «No lo entiendas, vívelo»- agregó el principito. "El principito", Antoine de Saint-Exupéry.

Carla Pérez Martí

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